Presidente Ejecutivo
Centro de Estudios para la Gobernabilidad Institucional
CEGI-IPADE
Ciudad de México.
Los lectores, los educandos, los estudiantes no son consumidores. Hay un deformación del pensamiento fruto del economicismo ramplón que ve al ser humano y a sus relaciones sociales, sólo y exclusivamente, desde el punto de vista de la oferta y la demanda.
Se trata de quienes piensan que el mundo humano es sólo un mercado, y que sólo tiene las dimensiones de la compraventa. Se presentan ideas, conocimientos y modelos educativos como opciones de una oferta variada, en un mercado que busca capturar nichos para preservar sus intereses, obtener sus ganancias o ejercer su influencia o poder.
Hoy quiero recordar a cuantos nos ocupamos de la cultura, de la ciencia y de la generación y difusión del conocimiento, que los lectores, los educandos, los alumnos o los estudiantes son personas humanas con un destino trascendente, y que tiene como ciudadanos el derecho de participar cultural y políticamente, para lo cual es necesario que los informadores y los investigadores, los profesores y los académicos brinden conocimientos y métodos científicos que permitan a esas personas una aproximación racional a la realidad, es decir válida y verdadera.
No se trata de capturar a personas de determinada corriente ideológica, no se trata de promover una visión parcial e interesada de la realidad. Se trata de mantener la posibilidad de un entendimiento entre todos los actores de la vida social, económica y política de nuestras comunidades, y ello pasa necesariamente por el compromiso con la verdad, con la investigación científica, con el juicio de valor para poder determinar que es correcto o incorrecto, justo o injusto, sostenible o depredador.
El mercado cumple una función importantísima en la asignación de recursos y en la promoción de su efectividad y eficiencia, y por ello hay que promoverlo como uno de los mejore medios para la generación y preservación de la riqueza. Pero hay que negarle carta ciudadanía cuando se le pretende poner como rector de los valores, de las virtudes, de la moral o de la ética, de la cultura o del conocimiento, porque los seres humanos no pueden ser reducidos al funcionalismo salvaje que los reduce a meros consumidores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario