viernes, 7 de agosto de 2015

El verano caliente de 2015: una voz de alarma

El verano caliente de 2015: una voz de alarma.

Felipe Mario González, Maremágnum.

Bajo cualquier perspectiva que sea vea el verano de 2015 ha sido caliente. No sólo por las altas temperaturas registradas en diversos puntos del planeta, sino porque en México y en el mundo hay signos claros de una presión efervescente, que si no se resuelve, puede llegar a ser crítica en un futuro no muy lejano.

En plano internacional el aumento del terrorismo, con la escalada del Estado Islámico y los atentados en Túnez y en otros puntos; la crisis griega que amenaza la Unión Europea; el aumento de los inmigrantes en todo el mundo que huyen de las zonas de devastación y de pobreza; la posible subida en las tasas de interés; la implosión de la Bolsa de Shanghái y la desaceleración del crecimiento en China; los peligros de una economía financiera que desvinculada de la economía real está generando mayor desigualdad, falta de oportunidades y destrucción de riqueza, son algunos de los signos preocupantes de un modelo social, económico y político, que parece estar dejando de funcionar.

En México la espectacular fuga del líder del Cártel de Sinaloa; la debilidad del peso, cuya subvaluación será difícil de remontar al menos en el corto plazo; la noticia de los que pobreza no cede en nuestro país sino que sigue siendo un lastre que impide la formación de capital humano; el recrudecimiento de los problemas de seguridad, desigualdad y corrupción; una ausencia notable de liderazgo en los sectores más importantes de la economía, de la sociedad y la política; unas finanzas federales petrolizadas y un endeudamiento público preocupantes, al que hay que añadir las fuertes cargas de los sistemas de pensiones federales, estatales y municipales, aunado al  endeudamiento crítico de varios de los más importantes estados de la República, nos ponen ante un escenario nada favorable.

Frente a estas circunstancias siempre surge las voces de quienes con un optimismo desconcertante quieren tapar el sol con un dedo. Evidentemente no estamos todavía en una situación crítica, faltan –espero- muchos meses, para que el agua nos llegue a los aparejos.

Pero es ahora el momento de dar la voz de alarma. Las reformas estructurales son alentadoras, pero su eficacia depende de cambios mayores, en la operación del gobierno federal y de  los gobiernos de los estados, en el combate decidido y operativo a la corrupción y a la impunidad, en la reforma de un modelo económico que hoy no tienen miras amplias, porque segrega, descarta, amplia desigualdades, y puede generar tensiones que se salgan de control.

Necesitamos hacer un llamado sereno pero enérgico a los líderes de opinión, a los centros de investigación, a los académicos y a los políticos independientes y a todos los que tengan buena voluntad, para que nos ayuden a generar un gran proceso de clarificación que nos permita ver, realmente, el tamaño de los desafíos que tenemos al frente, y la magnitud del esfuerzo en que tenemos que comprometernos todos, para lograr no sólo evitar males mayores, sino lo que es más importante para lograr articular procesos efectivos para un desarrollo social justo, incluyente y compartido.


Agosto 7, 2015.