lunes, 5 de noviembre de 2012

La política y el diseño de las políitcas públicas

LA POLÍTICA COMO ELEMENTO FUNDAMENTAL EN EL DISEÑO DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS.*

Dr. Felipe González y González.
Centro de Estudios para la Gobernabilidad Institucional
CEGI-IPADE.

Introducción.

Quiero que mis palabras iniciales sean un saludo cordial, afectuoso y fraterno, a todas y todos cuantos participan en estas reuniones que bajo la divisa de encontrar un nuevo lenguaje para las políticas públicas, nos ha convocado el día de hoy. Tenemos fundadas esperanzas, de que estas jornadas, sean un verdadero espacio no sólo el para intercambio de puntos de vista, que seguramente nos enriquecerán mutuamente, sino sobretodo para lograr juntos hacer frente a los reclamos que la gobernabilidad de nuestras sociedades esta exigiendo, para hacer posible que las medidas de gobierno sean al tiempo eficaces, justas y promotoras del desarrollo en todos los ámbitos de la vida social.


Al darles la más cordial bienvenida a estas tierras de frontera, entre el mundo el anglosajón y el iberoamericano, nos llena de orgullo y satisfacción que para sus reuniones tanto del Consejo Académico de IBERGOP, como para la reunión de la Red Iberoamericana de Ministros de la Presidencia y Equivalentes, así como la celebración de este Seminario-Taller, hayan pensando ustedes, que el marco más adecuado sea el ámbito de la academia mexicana, de la que estamos muy orgullosos por su pluralidad, profesionalismo y espíritu innovador, constituida por instituciones públicas y privadas de reconocido prestigio.

El haber querido enmarcar este Seminario-Taller en el ámbito de las instituciones académicas es, sin duda, un signo relevante, de la intrínseca conexión que existe entre el desarrollo y creación de conocimientos en el campo de la administración pública y la práctica de las acciones de gobierno. Por ello creo que no cometeré un exceso si afirmo, que para los académicos mexicanos es esta una singular oportunidad, que mucho valoramos y apreciamos cabalmente. De ese conjunto de instituciones académicas, por motivos meramente coyunturales nos ha tocado en suerte, al IPADE, el Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa, tener la oportunidad de ser sus anfitriones, pues cualquiera de las instituciones académicas nacionales lo hubiera podido hacer igual o tanto mejor que nosotros mismos. Por ello al darles a todos ustedes las más cordial bienvenida, quiero hacerlo en nombre y como portavoz de todas las instituciones académicas del país, pero particularmente de las que hoy se encuentran aquí representadas como son El Colegio de México, el Instituto Nacional de Administración Pública, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, el Centro de Investigación y Docencia Económica, y la Facultad Latinoamérica de Ciencias Sociales. Espero no haber incurrido en ninguna omisión, en que tal caso hubiera sido completamente involuntaria.

En nombre del Claustro de Profesores del IPADE y de la comunidad académica mexicana me es muy grato saludar con especial reconocimiento a los señores Ministros o Secretarios de la Presidencia de España, Perú, Uruguay y México, que hoy nos distinguen y subrayan con su presencia la importancia de las actividades que esta tarde iniciamos.

Saludo, asimismo, y doy la mas cordial bienvenida a todas y todos los participantes en esta reunión procedentes del Reino de España, la Madre Patria y de la repúblicas hermanas de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Portugal, República Dominicana, Uruguay y México.

El proceso de toma de decisiones como actividad de gobierno.

Para nosotros en el IPADE es un motivo de especial satisfacción la realización de Seminario-Taller sobre el Nuevo Lenguaje de la Políticas Públicas, porque desde nuestros inicios nos sentimos especialmente ligados y obligados con las tareas de la administración pública, ya que de sus cometidos depende el desarrollo socio-económico del país, al que nuestros objetivos fundacionales nos remiten de manera vinculante. En 1967, el IPADE surgió como una iniciativa propia de la vitalidad y de la fuerza innovadora de la sociedad, para prestar un contenido científico a la toma de decisiones por parte de los responsables últimos en las organizaciones. Por ello nuestro Instituto incluye en su nombre, el concepto de la Alta Dirección.

Ya desde el primer programa, funcionarios públicos de primer nivel, participaron en nuestros cursos y pasaron a formar parte de nuestra Asociación de Miembros. Y en estos treinta y cinco años de existencia, esa tradición, no sólo se ha acrisolado sino potenciado. La razón es precisa, nosotros entendimos que el proceso de toma de decisiones, es un proceso de naturaleza eminentemente política, porque de lo que se trata es de determinar cursos de acción, que sean a la vez, justos y eficaces. Y para nosotros el diseño, la articulación y la implantación de acciones justas y eficaces es la mejor definición que podemos dar de la política.

Esto nos llevó, desde el principio, a no distinguir demasiado entre los procesos de dirección, ya sea que ocurran en el sector público o en el sector privado. Es más, pesamos que el núcleo de elementos y conocimientos que se requieren para tomar decisiones acertadas, es compartido ampliamente por los dos sectores. La razón estriba en que los procesos de dirección, a diferencia de los meramente administrativos, consisten en la dirección de personas. Y la dirección y el mando de personas, es esencialmente una acción de gobierno, que por su naturaleza propia es política. De esta manera nunca hemos percibido la relación entre sector público y el sector privado, como la yuxtaposición de dos racionalidades o maneras de operar diversas, sino más bien como la conjunción de dos variables en la lógica que hace posible tomar, como ya he dicho antes, decisiones justas y eficaces, en la micro y macro política, que son los ámbitos propios de la dirección de personas en el gobierno de una empresa, de una institución u organización, o de un país.

Para nosotros en el IPADE la esencia del proceso de toma de decisiones esta en su carácter prudencial, que no admite encorsetamientos, porque supone el juicio libre, al tiempo que objetivo, de la naturaleza de las situaciones o circunstancias sobre las que tenemos que operar. En este sentido hemos considerado siempre la actividad directiva, más como un arte que una ciencia. Un arte, el arte de gobernar personas -que desde luego incluye la administración de los recursos- para el que es necesario contar, al mismo tiempo, con una buena capacidad de análisis y una excelente capacidad de síntesis, como complementos proyectivos indisociables, que requieren a su vez, de las cualidades más finas del espíritu humano, como son la intuición, el saber por connaturalidad, el pensamiento creativo y la capacidad de innovación.

La política como conciliación de intereses divergentes.

De esta forma a la definición de la política como el arte de lograr resultados justos y eficaces, me permito añadir otro matiz no menos importante, y que viene como anillo al dedo, para la consideración de la temática que debemos abordar en las jornadas que nos esperan: la política debe ser considerada como la actividad mediante la cual se concilian los intereses divergentes en la sociedad, que por su propia naturaleza es eminentemente plural en sus manifestación y diversa en su composición. La política, en este sentido, supone una generalización empírica y un compromiso ético. Afirma que existe la diversidad, y considera que su preservación y armónica integración es moralmente obligatoria.

Por ello me atrevo a decir que, incluso antes que democrático, un sistema de gobierno debe ser político, porque en su naturaleza esta la búsqueda de la conciliación y el entendimiento, como condición sine qua non para la obtención de resultados justos y eficaces.

Sabemos que nuestras sociedades son lo suficientemente complejas, plurales y variadas en sus individuos, comunidades, organizaciones y partidos políticos, en sus diversas etnias y territorios, como para estar concientes de que, solo un sistema político de gobierno puede dar cabida a la esperanza.

En los albores del siglo XXI, es necesario aceptar que el nuevo lenguaje de las políticas públicas, no es, con ser muy importante, el de la simple administración de los recursos, ni estriba en la adopción indiscriminada de las tecnologías de la información, y mucho menos en la aceptación acrítica de modelos matemáticos. Nuestras sociedades son tan complejas y están tan fraccionadas, que sólo la política es una respuesta adecuada al problema de la gobernabilidad. Sólo un sistema político de gobierno nos asegurará la posibilidad de sobrevivir y crecer, porque al tiempo que asegura un orden social justo, permite la mayor expresión de la libertad individual.

La política como clave de la gobernabilidad democrática.


La política surge, en las empresas, en las sociedad y en los estados, de la aceptación de las limitaciones. Aceptar las limitaciones es un simple ejercicio de la prudencia, que reconoce el poder de otros grupos e intereses sociales. La política es por ello la consecuencia directa de la incapacidad de gobernar en solitario.

Así, entendemos que la acción de gobierno, considera a la política como la actividad mediante la cual se concilian intereses divergentes dentro de una unidad nacional, en la que se reconoce la existencia de otros grupos y poderes, necesarios para el bienestar y la supervivencia del conjunto de la sociedad. Por ello la política privilegia el diálogo y el entendimiento, basado en el respeto al orden jurídico y a las facultades, que cada poder, ya sea público o privado, en sus distintos niveles, posee y debe ejercitar. La política es la clave de la gobernabilidad democrática, porque aunque modesta en sus planteamientos, es fuerte en su consistencia moral, incluso ante los que, cuando es posible hacer una política abierta, pública y libre, con la sola restricción de la ley y el respeto a las instituciones, se niegan a realizarla.

Un sistema político de gobierno es un tipo de gobierno en el que la política logra garantizar una estabilidad y un orden razonables. Por ello, la articulación de la participación de la sociedad civil en el diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas -el otro gran tema de estas jornadas-, depende las acciones de gobierno en todos sus niveles, porque es el gobierno el que hace posible la política, y la política es la tarea de los ciudadanos libres. El reconocimiento de los derechos de los ciudadanos a estar informados y participar, no esta sin embargo garantizado, si el gobierno no reconoce a su vez, los derechos de la oposición, no solo con una actitud tolerante, sino como una real apertura a la crítica pública, que puede y debe ser, potencialmente efectiva. El sistema de conciliación de intereses puede ser una estructura muy compleja de procedimientos, incluso frustrantes, pero garantiza que no se tomen decisiones hasta que todas los planteamientos y objeciones de peso hayan sido presentados y discutidos.

La política necesita de hombres y mujeres que puedan actuar con libertad. Pero no se puede actuar libremente en ausencia de la política. La política es una manera de gobernar sociedades plurales sin violencia innecesaria, y la mayoría de las sociedad son plurales, aunque haya quien piense que la pluralidad es el verdadero problema.

Primacía de la política sobre la economía.

Por ello para Aristóteles la política no tenía un origen divino, sino meramente natural. La política, era para el Estagirita, la ciencia de las ciencias en el mundo de los hombres. No porque que incluya todos los temas o todas las cuestiones, sino porque establece unas prioridades y un orden en las demandas antagónicas sobre los recursos siempre escasos de la comunidad.

El problema fundamental de la sociedad es que las demandas son infinitas y los recursos limitados, por ello la ciencia de las ciencias es la política y no la economía. Las decisiones respecto a la asignación de recursos no son esencialmente económicas, son, por el contrario, esencialmente políticas. Y son decisiones políticas, y no simplemente gubernamentales, si se toman de manera racional, contemplando todos los factores importantes mediante mecanismo políticos de consulta popular y de libertad de expresión.

Es en la política, y no en la economía, en donde encontramos la expresión creativa de la dialéctica de los opuestos: la política es al mismo tiempo prudencia temeraria y unidad diversa, es contemporización creativa y juego serio del que depende la existencia de la civilización libre. La política es, también, conflicto hecho debate, que nos impone una misión, una misión humana a escala humana: lograr el acuerdo. Pero no los acuerdos de la política palaciega que al estar privada de lo público se desnaturaliza, y puede evitar en aras de la negociación lo que es mejor para el país.

Por otra parte sabemos del costo en sufrimiento humano, que decisiones meramente tecnócratas o de mercado sin un referente social, pueden producir en vastos estratos de una comunidad nacional. Es por ello que la política debe ser el espacio privilegiado para lograr acciones justas y eficaces, mediante políticas públicas que incluso corrigiendo al mercado, aseguren no sólo el crecimiento macroeconómico, sino la armonía interna entre los distintos estratos de la población, mediante la distribución real de beneficios y posibilidades. Estamos convencidos de que la función política es la conciliación de intereses divergentes, y por ello y para que sea creíble no sólo debe estar basada en decisiones y acciones justas, sino que éstas deben ser evidentes. Este es el sentido último de la expresión sobre el imperio de la ley, que tiene una traducción muy precisa en el diseño e implantación de la políticas públicas.

El mercado determina los precios, pero no resuelve los problemas morales de la distribución, de una mas justa igualdad de oportunidades, o de la elevación de la calidad de vida para todos. De hecho, todos sabemos, que puede agravarlos. Por ello la política interesa tanto a los empresarios, a los académicos e investigadores, a los analistas y observadores, y a los hombres de gobierno. Y por ello la gobernabilidad democrática de un país, requiere para ser pacífica y eficaz, de una política de ciudadanía activa, que responsable comprometida, entienda, como lo afirmaba Spinoza, que “el buen gobierno de los asuntos públicos, no podrá depender de la buena fe o de la buena voluntad de nuestros actuales o futuros gobernantes, sino de la profunda transformación a las reglas que organizan y administran a la sociedad”, y que en buena medida dependen de los ciudadanos.

La política como expresión de la libertad.

Finalmente permítanme para terminar, que evoque aquí el lema de nuestra Universidad, la Universidad Panamericana, de la que el IPADE es la primera piedra, y nos señala que Ubi spritus, libertas! ¡Dónde esta el espíritu, hay libertad! Así que no hace falta que les diga que se sientan como en su casa, pues esta Universidad es la casa común de todos los que aman libertad. Parafraseando el lema de la Universidad, diría también que, donde hay política, hay libertad. De esta forma, señoras y señores, me atrevo a concluir afirmando, que la política y los políticos merecen elogios, porque la política es una actividad de hombre y mujeres libres, al servicio de un fin trascendente. Esto no es adulación o engaño, porque como ustedes saben muy bien, el elogio en labios personas libres es valioso, y es, en cambio, una muestra sincera del aprecio y reconocimiento que merecen los líderes políticos, pues es el único que no adolece del servilismo o la condescendencia.
* Ponencia introductoria al Seminario- Taller “El Nuevo Lenguaje de la Políticas Públicas: la Articulación de la Participación de la Sociedad Civil en el Diseño, Implementación y Evaluación de las Políticas Públicas” Escuela Iberoamericana de Gobierno y Políticas Públicas, IBERGOP.

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