lunes, 5 de noviembre de 2012

Familiarmente vulgar



Felipe González y González
Ciudad de México
23 de agosto de 2007


En ocasiones el consenso parece imposible y en otras se da una manera que parece casi espontánea. Las campañas de publicidad tienen un parte importante en el proceso. Una mentira repetida hasta el cansancio, puede violar multitudes, se decía hace ya tiempo. El potente remachamiento de temas por parte de los medios de comunicación, tiene un impacto que se puede medir, incluso en la fijación de la agenda nacional.

Pero, ¿Qué es lo que hace, que de pronto, ante unas determinadas ideas, demos nuestra aprobación? ¿Por qué en ocasiones, una propuesta o una valoración, que no habíamos escuchado, obtiene nuestra aquiescencia?

Una posible respuesta que es que la personas asentimos a lo que nos resulta más familiar, más próximo, más cercano, como formando parte de nuestro mundo de todos los días, con independencia de que tales posturas, ideas o acciones estén en armonía con el bien o el mal.

Lo que resulta familiar y cercano es lo que se impone como común. Como algo socialmente aceptado.

Por ello los comunicadores buscan presentarse como uno más del público, como alguien que resulta familiar y cercano, que habla casi tan mal como nosotros mismos, que comete o fomenta nuestros propios errores prosódicos y ortográficos en la expresión oral, y por ello, tal vez, llenan sus espacios comunicativos de expresiones vulgares y llenas de familiaridades.

Así se va logrando que el gran público, acepto como suyo, lo que realmente es impulsado por una minoría vocal o mediática que se asienta mentalmente como algo vulgarmente familiar, para impulsar una determinada toma de posición, de decisión o de acción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario