La persona blue o el paradigma de la etereidad
Por Felipe González
“¡La eternidad puede que no exista. Lo
más seguro es que sea un mito. Nadie ha venido o ido a la eternidad! ¡Lo único
que existe es la etereidad, que es un estar aquí -hoy y ahora-, de manera
insegura pero real, concreta y puntual”. (Decir o escribir ‘puntual’ garantiza
la idea de modernidad y actualidad, para quien la usa). “¿Por qué o quién se
puede arrogar la posesión de la verdad? No podemos ser dogmáticos respecto de
nosotros mismos y de los demás. La era de las seguridades ha pasado, y ahora lo
único cierto, es que el ser humano es capaz de recibir flujos de información.
Sólo el ser humano se conecta y se desconecta. Abrámonos a todos los mensajes,
y enviemos siempre la ‘buena vibra o energía’ de la aceptación de lo que
sucede, de lo que ocurre, de lo que se da hoy y ahora. No hay mas realidad que
el acontecer: lo que hoy es, mañana no será, y lo que vendrá es un
imponderable.” Así con voz suave y firme, sin emoción pero con candor, Blue se
explaya ante quien sea el sujeto de su performance.
Se trata de un ser humano adulto desde el
punto biológico y social, aunque sea un niño en lo emocional, lo afectivo y lo
relacional. No sabemos como ocurrió. Tampoco es posible averiguar la etiología:
es una realidad que hay que afrontar. ¿Se puede ser culpable de inmadurez? ¿Se
puede culpabilizar a alguien por no haber superado unas determinadas etapas del
desarrollo? ¿Es posible que la persona siga viviendo múltiples estadios del
desarrollo como adulto, en esa condición de infantilismo emocional?
Blue es una persona segura de sí misma.
Es ágil y tiene movimientos armónicos y desconcertados. Jamás puedes saber lo que
esta pensando. No se puede prever como se comportará, ni con que ocurrencia te
saldrá, porque destruye y huye de cualquier marco de referencia. Siempre está
un paso más allá, o cree estarlo. No importa si lo está o no, de todas forma se
comportará como si lo estuviera. No es que sea, es que parece que es. Y lo
importante es aparecer, que es aparentar. Si reconociéramos que es una
apariencia, lo identificaríamos con una etiqueta que puede caer, y eso sería
una pensamiento o actitud negativa que hay que evitar a toda costa. Por eso lo
importante es la imagen. La imagen no tiene que ser real, porque la imagen no
se cae, sino que perdura. Es algo que se confecciona sin referencia a la
realidad. (En la filosofía antigua la imagen podría entenderse como el
resultado de algo real, pero eso es demasiado antiguo para prestarle atención,
y como todo cambia lo importante es centrarse en lo que hoy significa la
imagen.)
La imagen que Blue proyecta es
fascinante. Juventud, inteligencia, simpatía, conectividad y arrogancia
contenida. Todo ello sin límites. No importa a quien sirva o para que. Lo que
importa es que su imagen nos beneficia a todos. Es la aplicación de un mensaje
comercial automotriz: el coche cuya línea embellece a la ciudad. Debemos
estarle agradecidos a Blue porque existe. Blue es relacional. Es la síntesis de
todas las aspiraciones y deseos. Es el prototipo de la sensualidad educada, del
sibaritismo ilustrado y de la autoreferencia más exquisita. Es punto de
referencia y punto de encuentro. Es una persona multigenérica. Aunque no es
asexual, incorpora los elementos femeninos y masculinos en una proporción
adecuada para ser referente de todos los géneros.
Blue es lo que podríamos llamar una
persona-paradigma. Moldeada sobre una concepción del ser humano incluyente,
paradójica, ecléctica, negociada y dialogada, la persona resultante es fascinante.
Queremos ser como ella, y nos encontramos muy a gusto siendo como ella. Nos
encantan sus opiniones, que siempre se pueden modificar en un sentido o en
otro. Nos maravilla su capacidad de adaptación, que le permite ser como una
“monedita de oro”. Emociona su capacidad de reducir todo a la simplicidad, a
través de un pensamiento suave. (Para el paradigma ‘blue’ hablar de ‘pensamiento
light’ sería una esquizofrenia. No es aceptable algo que pudiera tener una
connotación menos buena, pues eso impediría que la individuo ‘blue’ sea siempre
bien aceptado.)
Algo lineal, no discontinuo, sin sobresaltos,
todo perfectamente previsto y funcional. La placidez del anonadamiento
intelectual, moral o estético. Y por encima de ello, un ser infantilisado saltado
de manera intemporal, jugando a representar el papel del bienquerido, de aquel
a quien todos aceptan. No se contrapone a ninguno, porque a todos da su mejor
sonrisa, la que ha estereotipado. Su divisa es caerle bien a todo el mundo. Y
es que no tiene aristas, es perfectamente rubicundo y amoldable.
La persona ‘blue no tiene conciencia de
que ha sido moldeada para agradar. La única conciencia que tiene es la del
disfrute: que disfruten con ella, y ella con ellos. Es la placidez en forma de
exuberancia de la no contradicción. No importa si fue ayer o si es ahora, si ya
pasó o nunca ha sucedido, si es verdad o es mentira, si se trataba de un
poderoso o un mendigo. Que cada quien diga lo quiera o pueda, que no se
contradiga a nadie, que todos puedan disfrutar de todo. Que seamos todos como
los infantes que no saben bien en donde comienza la realidad y en donde está el
mundo de sus fantasías.
No hay aquí y allá, no hay distinción
entre el tiempo y la eternidad, no se discierne entre lo justo y lo injusto, es
igual que sea mujer u hombre; hembra o macho todo se reduce a hacer valer la
voluntad de poder, que se mide por la capacidad de gozar del placer, o de asegurar
una cierta posición económica. El paradigma ‘blue’ es fluido, transparente y
frío. Es como el vodka, que esta de moda porque no tiene color, ni deja sabor u
olor, y en cambio sí produce los efectos deseados: una dulce desinhibición o embotamiento
que permite la expresión infantilizada de la vida. Cualquier fantasía se toma
como realidad, y la realidad como un juego.
Potenciada por el influjo de un destilado
que permite la reducción de las barreras de entrada y salida, la persona “blue”
se convierte en un genérico que, en este caso pasa, de la socialización a la
disolución de la personalidad. Se puede llegar a tener cualquier tipo de ideas
y todo tipo de experiencias. La persona ‘blue’ se amolda a todo y lo que destaca,
en la espiral espasmódica de la pérdida de la identidad, es la levedad del ser.
Pero en el universo de las actitudes, las
hay también integradoras, constructivas, solidarias. Son las actitudes de las
personas sencillas, normales, aparentemente irrelevantes, que mantienen todos
los días conductas rectas, generosas y ejemplares, porque están educadas en la
escuela del servicio. Personas que están más allá de lo inn o de lo out. Personas
que entienden la vida como camino para llegar al fin de la existencia humana,
que se puede obtener ya en la realización
de la propia tarea. En la trama de las situaciones conflictivas y
dolorosas estás personas no se evaden en aras de un irenismo irresponsable,
sino que saben rescatar para ellos y para los demás -aún en medio de
situaciones que parecen sórdidas y dramáticas- el bien, la verdad y la belleza de
toda situación auténticamente humana. Son las que descubren cada día, que en el
servicio está la felicidad.
11 de noviembre de 2013.
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