lunes, 11 de noviembre de 2013

La persona blue o el paradigma de la etereidad

La persona blue o el paradigma de la etereidad

Por Felipe González

“¡La eternidad puede que no exista. Lo más seguro es que sea un mito. Nadie ha venido o ido a la eternidad! ¡Lo único que existe es la etereidad, que es un estar aquí -hoy y ahora-, de manera insegura pero real, concreta y puntual”. (Decir o escribir ‘puntual’ garantiza la idea de modernidad y actualidad, para quien la usa). “¿Por qué o quién se puede arrogar la posesión de la verdad? No podemos ser dogmáticos respecto de nosotros mismos y de los demás. La era de las seguridades ha pasado, y ahora lo único cierto, es que el ser humano es capaz de recibir flujos de información. Sólo el ser humano se conecta y se desconecta. Abrámonos a todos los mensajes, y enviemos siempre la ‘buena vibra o energía’ de la aceptación de lo que sucede, de lo que ocurre, de lo que se da hoy y ahora. No hay mas realidad que el acontecer: lo que hoy es, mañana no será, y lo que vendrá es un imponderable.” Así con voz suave y firme, sin emoción pero con candor, Blue se explaya ante quien sea el sujeto de su performance.

Se trata de un ser humano adulto desde el punto biológico y social, aunque sea un niño en lo emocional, lo afectivo y lo relacional. No sabemos como ocurrió. Tampoco es posible averiguar la etiología: es una realidad que hay que afrontar. ¿Se puede ser culpable de inmadurez? ¿Se puede culpabilizar a alguien por no haber superado unas determinadas etapas del desarrollo? ¿Es posible que la persona siga viviendo múltiples estadios del desarrollo como adulto, en esa condición de infantilismo emocional?

Blue es una persona segura de sí misma. Es ágil y tiene movimientos armónicos y desconcertados. Jamás puedes saber lo que esta pensando. No se puede prever como se comportará, ni con que ocurrencia te saldrá, porque destruye y huye de cualquier marco de referencia. Siempre está un paso más allá, o cree estarlo. No importa si lo está o no, de todas forma se comportará como si lo estuviera. No es que sea, es que parece que es. Y lo importante es aparecer, que es aparentar. Si reconociéramos que es una apariencia, lo identificaríamos con una etiqueta que puede caer, y eso sería una pensamiento o actitud negativa que hay que evitar a toda costa. Por eso lo importante es la imagen. La imagen no tiene que ser real, porque la imagen no se cae, sino que perdura. Es algo que se confecciona sin referencia a la realidad. (En la filosofía antigua la imagen podría entenderse como el resultado de algo real, pero eso es demasiado antiguo para prestarle atención, y como todo cambia lo importante es centrarse en lo que hoy significa la imagen.)

La imagen que Blue proyecta es fascinante. Juventud, inteligencia, simpatía, conectividad y arrogancia contenida. Todo ello sin límites. No importa a quien sirva o para que. Lo que importa es que su imagen nos beneficia a todos. Es la aplicación de un mensaje comercial automotriz: el coche cuya línea embellece a la ciudad. Debemos estarle agradecidos a Blue porque existe. Blue es relacional. Es la síntesis de todas las aspiraciones y deseos. Es el prototipo de la sensualidad educada, del sibaritismo ilustrado y de la autoreferencia más exquisita. Es punto de referencia y punto de encuentro. Es una persona multigenérica. Aunque no es asexual, incorpora los elementos femeninos y masculinos en una proporción adecuada para ser referente de todos los géneros.

Blue es lo que podríamos llamar una persona-paradigma. Moldeada sobre una concepción del ser humano incluyente, paradójica, ecléctica, negociada y dialogada, la persona resultante es fascinante. Queremos ser como ella, y nos encontramos muy a gusto siendo como ella. Nos encantan sus opiniones, que siempre se pueden modificar en un sentido o en otro. Nos maravilla su capacidad de adaptación, que le permite ser como una “monedita de oro”. Emociona su capacidad de reducir todo a la simplicidad, a través de un pensamiento suave. (Para el paradigma ‘blue’ hablar de ‘pensamiento light’ sería una esquizofrenia. No es aceptable algo que pudiera tener una connotación menos buena, pues eso impediría que la individuo ‘blue’ sea siempre bien aceptado.)

Algo lineal, no discontinuo, sin sobresaltos, todo perfectamente previsto y funcional. La placidez del anonadamiento intelectual, moral o estético. Y por encima de ello, un ser infantilisado saltado de manera intemporal, jugando a representar el papel del bienquerido, de aquel a quien todos aceptan. No se contrapone a ninguno, porque a todos da su mejor sonrisa, la que ha estereotipado. Su divisa es caerle bien a todo el mundo. Y es que no tiene aristas, es perfectamente rubicundo y amoldable.

La persona ‘blue no tiene conciencia de que ha sido moldeada para agradar. La única conciencia que tiene es la del disfrute: que disfruten con ella, y ella con ellos. Es la placidez en forma de exuberancia de la no contradicción. No importa si fue ayer o si es ahora, si ya pasó o nunca ha sucedido, si es verdad o es mentira, si se trataba de un poderoso o un mendigo. Que cada quien diga lo quiera o pueda, que no se contradiga a nadie, que todos puedan disfrutar de todo. Que seamos todos como los infantes que no saben bien en donde comienza la realidad y en donde está el mundo de sus fantasías.

No hay aquí y allá, no hay distinción entre el tiempo y la eternidad, no se discierne entre lo justo y lo injusto, es igual que sea mujer u hombre; hembra o macho todo se reduce a hacer valer la voluntad de poder, que se mide por la capacidad de gozar del placer, o de asegurar una cierta posición económica. El paradigma ‘blue’ es fluido, transparente y frío. Es como el vodka, que esta de moda porque no tiene color, ni deja sabor u olor, y en cambio sí produce los efectos deseados: una dulce desinhibición o embotamiento que permite la expresión infantilizada de la vida. Cualquier fantasía se toma como realidad, y la realidad como un juego.

Potenciada por el influjo de un destilado que permite la reducción de las barreras de entrada y salida, la persona “blue” se convierte en un genérico que, en este caso pasa, de la socialización a la disolución de la personalidad. Se puede llegar a tener cualquier tipo de ideas y todo tipo de experiencias. La persona ‘blue’ se amolda a todo y lo que destaca, en la espiral espasmódica de la pérdida de la identidad, es la levedad del ser.


Pero en el universo de las actitudes, las hay también integradoras, constructivas, solidarias. Son las actitudes de las personas sencillas, normales, aparentemente irrelevantes, que mantienen todos los días conductas rectas, generosas y ejemplares, porque están educadas en la escuela del servicio. Personas que están más allá de lo inn o de lo out. Personas que entienden la vida como camino para llegar al fin de la existencia humana, que se puede obtener ya en la realización  de la propia tarea. En la trama de las situaciones conflictivas y dolorosas estás personas no se evaden en aras de un irenismo irresponsable, sino que saben rescatar para ellos y para los demás -aún en medio de situaciones que parecen sórdidas y dramáticas- el bien, la verdad y la belleza de toda situación auténticamente humana. Son las que descubren cada día, que en el servicio está la felicidad.

11 de noviembre de 2013.

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